Imagínate a alguien encendiendo un cigarro a mitad de monta, echando humo mientras le dan caña en un colchón de motel que cruje. El aire está cargado, con colillas por todo un cenicero cercano mientras las manos pegan en la piel. Algunas escenas se detienen en el chasquido de un encendedor justo antes de que empiece la acción. Tiene esa vibra de diner de medianoche, a veces con un paquete de cigarros aplastado bajo el pie.