Hay algo brutal en ver cómo se rasga una camiseta ajustada mientras alguien está dándole duro sobre la mesa de la cocina. Los hilos colgando y el sonido de la tela rompiéndose le dan un toque salvaje. Estas escenas suelen pasar en lugares estrechos como pasillos. A veces, un botón rodando por el suelo te saca una sonrisa.