Imagínate hojas rozando la piel con un picorcillo—las escenas con ortiga traen ese rollo raro y punzante a polvos al aire libre. Las parejas frotan la planta por muslos o espaldas en claros del bosque, mezclando dolor con gemidos. Las hojas verdes y pinchudas destacan contra la piel desnuda. Un nicho rarísimo pero que engancha.