Mira cómo látigos de cuero chasquean contra piel desnuda en bancos de madera resistentes, seguidos de folladas duras. Gimen con cada golpe, atados a ganchos oxidados en cuartos oscuros. Un momento muestra un látigo de cuerda desgastado colgando cerca mientras los clavan contra una pared. Todo con ese filo agudo y punzante.