Después de un encuentro caliente, me quedé sola en casa con mi madrastra. La tensión se acumula mientras exploramos los cuerpos del otro, disfrutando de placeres prohibidos bajo la apariencia de inocencia.
Tenía toda la casa para mí, sólo ausencia de mi madrastra y yo.Era una extraña sensación, una mezcla de excitación y aprensión.No pude evitar preguntarme qué estaba haciendo, qué secretos podría estar guardando de mí.El pensamiento de ella deambulando, viéndome, me envió un tiritón por la columna vertebral.Sabía que estaba sola, pero de alguna manera el vacío de la casa parecía amplificar ese hecho.Me quedé con mis propios pensamientos, mis propios deseos y la comprensión de que era la única que quedaba para cumplirlos.Y así, me dejé ceder ante esos deseos, dejando que mis fantasías se hicieran cargo.Fui la única que estaba allí para satisfacer mis propias necesidades, y no dudé en hacerlo.La idea de mi madrstra pillándome, de su desaprobación, solo hizo que la experiencia fuera más emocionante.Estaba sola, pero ya no estaba sola.